domingo, 25 de enero de 2009

Viento traidor


El viento me da pánico. Más que la lluvia o la nieve. Y más, desde que hace algo más de un año cayera una maceta a dos metros de mi cabeza. Ayer pasé de nuevo miedo. Estaba en la escuela de fútbol prebenjamín que dirijo en el Yecla Club de Tenis, y además de que el futbol era impracticable, las torres de la luz y de las redes "anti-pedradas" no paraban de moverse. Finalizamos antes de lo que tenía pensado, pese a algún disgusto de alguno de los pequeños cuya ilusión gira en torno a los entrenamientos que hacemos viernes y sábado.

Unas horas más tarde me enteré de la desgracia de Sant Boi, donde cuatro niños fallecieron al derribarse el pabellón donde se habían puesto en refugio a mitad de su sesión de béisbol. Me entró un escalofrío tremendo, se me pusieron los pelos de punta, un nudo en la garganta y me volví a dar cuenta que cuando dicen bandera naranja o roja, mejor que esperemos a la próxima y nos vayamos a casa. Viento traidor.

No hay comentarios: