miércoles, 12 de diciembre de 2007

Acequias y avenidas

Corto y pego un artículo publicado en EL PAÍS que ayer me pasó Diana y que me gustó bastante:

El señor con maletín dice gracias cuando le dan la taza de café. Él está en el umbral de la puerta, con una mano sostiene la azada mientras con la otra frena la gota de sudor que se deja caer por la frente. Ella está sentada en la mecedora de mimbre, le tiemblan las piernas.

El señor con maletín les acaba de decir que una avenida pasa exactamente por el centro de su mesa de camilla y, allá donde el botijo, pondrán un semáforo. El maletín se abre fácil, como un mejillón al vapor el domingo, dejando ver las entrañas de papeles con el sello del Ayuntamiento de Murcia. En el último de ellos, que debe ser el corazón o el hígado del maletín, hay un pequeño piso dibujado con líneas perpendiculares y oblicuas que no dejan espacio para plantar ni patatas ni tomates. Es donde tienen que vivir a partir de ahora. Él y ella se miran, no entienden nada porque han pasado toda la vida en esa casa, la misma que vio nacer y crecer a sus hijos ¿Por qué la tienen que abandonar ahora?

El maletín se cierra. Las manos recogen la chaqueta. La boca con corbata termina el café y, antes de salir, dice que eso es lo justo. Esta semana les han enviado otros papeles, unos en los que una mujer con los ojos vendados sujeta una balanza como las que se usan en el mercado para pesar mejillones o maletines. Cuentan que tienen que ir a una nueva casa pero que, como la suya, va a tener una huerta para salpicar de tierra su azada. Eso sí es lo justo.
Jose pedro ceron

1 comentario:

Anónimo dijo...

eyy!! conozco al autor ;) preguntame cdo ns veamos.. bsicos!

MAría