Digna justicia

Setenta años, nada más y nada menos, se han tardado para tratar de hacer justicia con miles de personas y con sus familiares. Por fin se va a proceder a la identificación de los muertos republicanos que se hallan en las numerosas fosas comunes que agrietaron de sangre y dolor a nuestro país. Miles de vidas que cayeron en una triste guerra entre hermanos que nunca podemos dejar en el olvido para no volver a caer en el error.

Admiro la dignidad de las personas que perdieron a los suyos y que no pudieron encontrar sus restos, que no pudieron despedirse y darle sepultura. Muchas se marcharon con el amargor del desconocimiento. Otras todavía esperan una despedida justa.

Y que no me vengan con el típico cuento de "reabrir heridas", porque éstas todavía no se han cerrado, porque no han tenido un entiero digno mientras otros sí, además de cuarenta años de homenajes.

No puedo más que reprochar la actitud avergonzante de ciertos políticos, como Mariano Rajoy o el ex ministro franquista, que consideran un tema tan personal y delicado como algo secundario e innecesario. El mismo que, salvando las distancias, hace dos semanas reclamaba que los familiares de las víctimas del accidente de Barajas pudieran enterrar los restos de los muertos, ahora niega una deuda con gente que hace años que debió de tener ese derecho.