
Trabajo duro y exigente, aroma a mosto entre pámpanas y racimos, que este año se había adelantado por los intensos calores del verano. Pero fue triste pasear ayer por "el campo abajo" con la tierra empapada y un ocre otoñal, porque allá donde había viñas y espalderas hay, a pasos agigantados, desoladoras parcelas. Aunque siempre nos quedará con brindar con los caldos de Yecla.
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